Conozca la carta enviada por Quique Antún al presidente Luis Abinader y a los exmandatarios Hipólito Mejía, Leonel Fernández y Danilo Medina a propósito de la situación que se vive con Haití.
LLAMADO A LA CONCIENCIA NACIONAL
Santo Domingo, D.N., 15 de septiembre de 2023.
Al Presidente Luis Abinader Corona;
A los ex-Presidentes:
Hipólito Mejía;
Leonel Fernández; y
Danilo Medina;
Al Estado Dominicano;
A la Fuerzas Vivas de la Nación;
Al Pueblo Dominicano
SANTO DOMINGO.- En memorable fecha, tan lejana que alcanza casi un siglo, en 1927, en la hidalga ciudad de Santiago, un brillante y fogoso joven que con el tiempo se llamaría Joaquín Balaguer, planteó, ungido con aires de profeta, la calamidad que sería Haití para el pueblo dominicano. Y estaba en lo cierto.
Desde entonces, la puesta en guardia de todos sus sentidos se mantuvo vigilante. Para solo mencionar casos capitales, aludiremos el “Convenio entre la República Dominicana y la República de Haití, para la construcción del Dique Derivador Internacional sobre el Rio Pedernales”, suscrito en Puerto Príncipe, Haití, el 9 de enero de 1978. Documento digno de estudiar por su defensa nacional y firmeza lacónica.
En notable juramentación el Dr. Balaguer expresó:
“Creo que las dos naciones arrinconadas en una sola isla de apenas 78,000 kilómetros cuadrados, deben vivir unidas como dos hermanas siameses pero separadas políticamente porque somos dos etnias distintas, los haitianos no se resignarían jamás a formar parte de una sola república presidida por la República Dominicana, todos ellos son nacionalistas, rabiosamente nacionalistas, nosotros también lo somos«.
“Toussaint murió de frio y en tristeza en el fuerte de Joux porque no quiso vivir como un esclavo bajo la bota francesa. Duarte murió también en el destierro porque se opuso siempre a la fórmula haitiana de la “una e indivisible”. Pero ambos pueblos estamos conscientes de que necesitamos unirnos para enfrentar no solo los problemas que nos depara el destino, sino también la injerencia extranjera”.
“Soy partidario de una estrecha unión con Haití en el comercio, en el desarrollo económico, en los planes relacionados con la salud, y con la educación, sobre todo, con los planes que se relacionan con la supervivencia de nuestros dos países desde el punto de vista ecológico. Estamos, señores, en estos momentos, viviendo horas críticas. Pascal decía, ‘en estas horas el hombre debe tener siempre presente que es amo de su silencio y esclavo de su palabra’”.
“Voy por eso a omitir muchas declaraciones que serían en este momento oportunas, pero quiero, coincidente con el pensamiento de Pascal, reservar mis palabras finales para rendir un tributo en esta fecha histórica a los creadores de nuestra nacionalidad. Este tributo, dada la hora crítica que vivimos, no debe simplemente consistir en loas a su gloria, sino en un juramento de todos los dominicanos, de que nos mantendremos leales a sus principios, a los principios por lo que cada uno de ellos luchó, y luchó hasta morir con el pensamiento puesto en DIOS, puesto en la patria y puesto en la libertad.”
También es de rememorar su posición cuando se pretendió desconocer la soberanía nacional, allá, en el decenio de los años noventa.
Esa vez señaló, desde lo alto de la dignidad nacional, en febrero de 1994, “Funcionarios del gobierno norteamericano y Organismos Internacionales han insistido en que la República Dominicana conceda refugio a los haitianos que están abandonando su país en embarcaciones hacia los Estados Unidos y algunos otros destinos; así mismo, esos funcionarios me reiteraron el compromiso del gobierno norteamericano de responsabilizarse, por completo, de todos los gastos que conllevaría la construcción de las instalaciones que servirían de campamentos, en territorio dominicano, a los refugiados haitianos. Asegurando, además, que proveerían toda alimentación y medicamentos que sean necesarios en los mismos.”
“A cambio prometen interceder favorablemente ante bancos y otros organismos extranjeros para la concesión de préstamos a nuestro gobierno, para que podamos continuar con nuestra política de construcciones. No faltaron tampoco las promesas y el ofrecimiento de reconocimientos y honores a mi persona por renombradas instituciones extranjeras.”
“Mi respuesta fue, que ya que ellos se comprometían a asumir todos los gastos que acarrearían las construcciones y mantenimiento de dichos campamentos en nuestro país, entonces lo adecuado era que los hicieran al otro lado de nuestra frontera, en el mismo Haití, pero ¡no en este lado! ¡no en suelo dominicano!”
“Agradecí el ofrecimiento de los préstamos, informándoles que nuestro gobierno continuaría la política de construcciones en la medida que nuestros ahorros internos lo permitieran; aclarándoles además, que yo no necesito honores ni reconocimientos extranjeros, mucho menos a tan alto costo para nuestra nación.”
“Como presidente dominicano. ¡Sería para mí un auténtico despropósito aceptar el asentamiento de haitianos en tierra dominicana! ¡Un desconocimiento… una negación y una ofensa a la memoria de tantos dominicanos que todo lo sacrificaron por la patria, por esta patria de Duarte, de Sánchez y Mella”.
Esa resumida historia que sintetiza en unos párrafos cuánto valor, patriotismo y entereza puede albergar un hombre en un siglo de luchas, nos motiva a, como un solo hombre, ponernos de pies y decirles ¡No! A las pretensiones haitianas.
La provocación que sufrimos en estos momentos nos muestra que la amenaza es más que inminente, por lo que sugerimos que todos, con el Gobierno al frente, llamar la atención a las naciones de América y al mundo de nuestro riesgo, y sobre todo a los ORGANISMOS INTERNACIONALES HEGEMÓNICOS que, junto con la oligarquía haitiana, son los responsables de la miseria de ese pueblo y las amenazas que se yerguen contra el pueblo dominicano.
Vale destacar, que la nación de Duarte, Sánchez, Mella, Luperón y todos nuestros patriotas, a lo largo de los siglos ha sido el pueblo más combatido y combativo de esta América, que nuestro pueblo es el crisol de aborígenes conquistados y sometidos, reducto de españoles abandonados a su suerte y de negros africanos esclavizados.
El pueblo dominicano se forjó en una fragua atizada por el abandono, el hambre, las enfermedades y todo tipo de amenazas y adversidades, pero sobrevivió por su fe cristiana, su lengua, los hábitos y costumbres que forjó a golpe de dolor, y creó, contra todas las tempestades, sus esperanzas en lo incierto y su disposición, mil veces demostrada, de vencer o morir.
Nuestra nación, en más de tres siglos, enfrentó y expulsó a conquistadores españoles, piratas ingleses, holandeses, franceses y al pretendido imperio haitiano, a quien combatió venciendo sus invasiones por más de doce años.
Ellos, los haitianos, en una época tan poderosos, fracasados luego, intentan suplir sus desastres con los logros que ha alcanzado el pueblo dominicano a base de sacrificios, sudor
y lágrimas. A sus insidiosas embestidas, que los poderosos del mundo intentan indilgar al pueblo dominicano, nos corresponde proclamar, todos a una, que este pueblo, al margen de sus diferencias internas, que no son pocas, permanecerá unido en defensa de su soberanía.
Sin dudas, los sectores nacionales dominantes en todos los órdenes, cargan con un pesado fardo de irresponsabilidad en el manejo de esta crisis latente: “el dejar pasar, dejar hacer” con fines políticos, ha sido lo más acuciante; aunque no ha faltado la avaricia de un capitalismo salvaje que procura mano de obra barata, el tráfico de todo género para la evasión y la suma de males e irresponsabilidades incontables. Culpa que dejamos a la conciencia de cada cual.
Consideramos, apoyados en los hechos y reflexiones que nos aportó el Doctor Balaguer, que es el momento de proponer que todos los dominicanos, comenzando con quienes han ostentado más responsabilidades, los partidos políticos, las iglesias, las organizaciones y gremios de todo género y el Gobierno, pongan de lado sus aversiones, y juntos, sumar nuestros esfuerzos para contribuir a que la República Dominicana, sin menoscabo de la suerte del vecino Haití, salga hacia adelante, y que el mundo comprenda que nuestros patricios históricos sembraron en tierra fértil y que esta nación, el pueblo dominicano, defenderá su legado por el bien de su existencia.
Como nos señalara Joaquin Balaguer, hemos de reconocer la necesidad de trazar los caminos que nos permitan la convivencia pacífica, respetando lo acordado y los derechos individuales de cada Estado, y en donde cada cual explote racionalmente los recursos naturales que la naturaleza puso a su alcance.
En tanto que, patriotas dominicanos, todos estamos comprometidos con este llamado. La posteridad juzgará nuestras actitudes y sabrá recompensarnos.
DIOS sea con nosotros.
Quique Antún Batlle
Fuente: UltimasNoticias.